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Los seres humanos podemos activar la respuesta de estrés con un simple pensamiento, el cual puede no tener que ver con las circunstancias presentes. Esto puede suceder de varias formas:

·                     Se anticipa alguna experiencia futura estresante, basada en el recuerdo de experiencias pasadas conocidas.

·                     Se re experimenta, a través de los recuerdos, algún suceso o situación penosa del pasado. Esto ocurre si las emociones asociadas a dicho suceso o situación han sido reprimidas.
   
·                     Actitudes o patrones de pensamiento, por los que se interpretan y perciben los sucesos o situaciones presentes como más estresantes de lo que en realidad son. Estos patrones se activan de forma automática y son aprendidos por la influencia social y cultural, o por un proceso de condicionamiento: la situación presente también puede resultar estresante si se parece en algo a alguna situación estresante vivida en el pasado.


Metodología:

En los programas que planteamos se emplea la metodología mindfulness de forma predominante. La práctica de la meditación o mindfulness cuenta con una tradición milenaria y ha sido cultivada en las diversas escuelas budistas. En occidente, recientemente se ha despojado de toda referencia religiosa, concibiéndose como una habilidad psicológica para el desarrollo de la conciencia. La práctica del mindfulness se está extendiendo en la sociedad actual como una forma muy valiosa de contrarrestar el estrés y fomentar el bienestar.

La práctica de la meditación facilita la observación no reactiva de los estados no deseados, por un lado, y por otro, contribuye a detener la tendencia a la evitación. El "darse cuenta" que resulta valioso para transformar la experiencia (implementando los medios hábiles adecuados a la situación) es el que ocurre en el momento en el que sucede la experiencia. Es importante no confundir ese darse cuenta con los pensamientos acerca de la situación problemática. No son los pensamientos en sí mismos lo que es relevante para transformar la experiencia, sino el ser capaz de darse cuenta de ellos en el momento en que surgen y ser capaz también de darse cuenta de su conexión con las emociones y con las sensaciones corporales.

Aplicamos distintos tipos de meditación formal según el tipo de contenido mental que queramos observar (emociones, pensamientos, sensaciones corporales) y también según el tipo de cualidad que queramos desarrollar (por ejemplo, la compasión). Además, aplicamos mindfulness informal si lo que queremos atender es a la propia acción. A medida que se desarrolla la capacidad de observación, se produce de manera espontánea el proceso de desidentificación, es decir, el observador va dándose progresivamente cuenta de que no puede ser lo observado y, por eso, se va distanciando de los objetos que observa. La conciencia de uno mismo es ampliada observando los contenidos mentales como un devenir, como fenómenos que transcurren y pasan de largo, a diferencia del self o de la propia conciencia (lo que observa), que permanece. De este modo los propios patrones de pensamiento que originan el sufrimiento se van desactivando sin necesidad de luchar contra ellos o sustituirlos por otros.


Estos programas se llevan a cabo a través de sesiones semanales y se aplican en grupo, lo cual permite economizar costes y que los participantes se beneficien de algunas ventajas con respecto al tratamiento individual, que son las siguientes: ofrece más posibilidades de autoconocimiento por el efecto de identificación con la experiencia de los demás participantes; los otros participantes pueden actuar como modelos para el aprendizaje de nuevos recursos psicológicos o conductuales; pueden apoyarse y proporcionarse feedback mutuamente.

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